lunes, 20 de junio de 2011

Un bello paisaje

"La Sombra del Olvido, el Ángel Negro, el Corruptor... tiene miles de nombres. En cada mundo, en cada realidad se le llama de una forma diferente. Pero su misión es siempre las misma. Que traiciones. Que te vuelvas contra tus amigos, tus seres queridos. Que traiciones tus principios. O simplemente que por un capricho cuando tu mente está ofuscada por el dolor o la desesperación cometas los actos mas depravados contra tus semejantes.

Aquí os dejo con el siguiente relato de está criatura. Espero que os guste.

-El Carcelero"


EL CIELO EN LLAMAS

Cuando era niño me divertía jugando a ser soldado. Disparaba mi fusil y lanzaba granadas a unos enemigos imaginarios con unas armas que eran ramas de arboles, bellotas o piedras. Luchaba contra cientos de enemigos o miles, y los mataba uno a uno o por decenas sin que ellos llegaran a herirme.
A veces para dar mas tensión al juego me herían y tenia que seguir combatiendo arrastrando una pierna o solo disparando con un brazo...

Sentí que era zarandeado por una fuerza divina, volé, fui arrastrado varios metros por el suelo y al final me detuve. Durante unos segundos no entendí donde me encontraba.
Mis ojos me enviaban imágenes pero debían de tratarse de una pesadilla. Estaba tumbado boca arriba  y veía un cielo de color rojo sangre. Parecía que estaba en llamas. Giré mi cabeza y vi una pared de fango y tierra semi derruida con lo que parecían ser las piernas de una persona enterradas en ella.
Volví mi cabeza hacia el otro lado y vi un hombre de uniforme tirado al lado mio, le faltaban la mitad del torso y un brazo, sus ojos impregnados de un profundo horror me miraban suplicantes. Aun así, me di cuenta de que estaba muerto. La escena era totalmente irreal porque faltaba el sonido, intente levantarme pero no pude, notaba como la tierra se estremecía de una manera brutal.

Entonces llegó el sonido.

No fue poco a poco, sino que vino de golpe, fue como un puñetazo en la cabeza.

Los gritos. Las explosiones. El sonido de las ametralladoras de fondo. Y al enfocar la vista vi a un hombre agachado al lado mio hablándome.

-No te preocupes –Decia gritando. Te pondrás bien. No te muevas. Ahora llegan los médicos. Su voz estaba temblando, no se si de miedo o pesar. – Sanitarios, sanitarios- Decía al aire. Girando moviendo su cabeza hacia todos lados.

Intenté hablar pero no pude.

Se levanto mientras seguía gritando y algo le impacto en un hombro, vi como su brazo era arrancado de cuajo y él sin un solo lamento rodó por el  suelo de fango.

Desapareció de mi campo visual y no sabia si seguía vivo o muerto. Entonces me sentí un poco culpable al no importarme lo que acababa de ver. Aunque tampoco sabía quién era ese hombre. Él supongo que me conocía, ya que se notaba angustiado por mi situación.

Pero, ¿cómo me encontraba yo?, Él había llamado a los sanitarios, aunque yo no sentía ningún dolor... aunque tampoco sentía mi cuerpo ni podía moverme, solo el cuello y no mucho.

Supongo que todo ese espectáculo infernal me estaba afectando a la cabeza, ya que tampoco me importó. No sentía miedo. No se porqué solo sentía una enorme tristeza.

Entonces intenté apartar de mi mente todos los brutales sonidos que había  a mi alrededor y me concentré en ese cielo tan hermoso. Ese color rojo anaranjado, que le deba una textura como en llamas. Precioso pensé. Un espectáculo digno del hombre. No dejaría de contemplarlo nunca.

Los sonidos desaparecieron tal y como habían venido. El cielo rojo fuego era lo único que veía.
Apareció un punto negro detrás de una nube de color escarlata. Aquello me molestó. Ya que ensuciaba la uniformidad del paisaje. Poco a poco fue creciendo, y me di cuenta de que se acercaba a mi. Cuando se acercó lo suficiente para distinguir que era, mi ojos vieron la silueta de un hombre con alas. Me reí por lo absurdo que me pareció. Aunque ese sonido tampoco me llegó. Las alas se fueron haciendo mas nítidas mientras se acercaba y pude distinguir que eran como las de un cuervo, negras y esplendorosas, aunque la figura seguía igual de borrosa.

Por unos segundos cerré mis cansados ojos, por haberlos tenido tan fijos en aquella locura, y al abrirlos aquel ser estaba justo encima mio.

Me habló. Aunque no recuerdo lo que me dijo.

Sentí un gran cansancio y volví a cerrar los ojos.

Pasé horas, días, años, décadas o siglos con los ojos cerrados, no se, me pareció una eternidad, aunque al abrirlos me encontraba mirando ese cielo rojo fuego pero desde una perspectiva muy distinta.

Me encontraba en la cabina de un avión enorme, podía escuchar el sonido de los motores, notaba la presión que ejercía la velocidad sobre mi cuerpo, no me maravillé de que sabía pilotarlo, aunque debería haberlo hecho.

Solo podía contemplar el cielo. Que maravilloso espectáculo.

Un pitido me indicó que había llegado a mi destino.
Distraidamente, sin apartar los ojos de aquel bello paisaje, apreté el botón que soltaba la carga de muerte que llevaba sobre las trincheras donde se encontraba mi antiguo cuerpo.

No me importó.

Mientras pudiera seguir contemplando ese maravilloso espectáculo de color de fuego, no me importaría nada.

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